El
“golpe suave” o “revoluciones de colores” es un formato creado por Gene Sharp,
filósofo, político, profesor y escritor anticomunista estadounidense conocido
por su extensa obra en defensa de “la no violencia” como lucha contra el poder,
usado ampliamente en el mundo durante la última
década (Yugoslavia, Ucrania, Kisquistán, Líbano, Túnez, Libia, Siria,
entre otros).
Sharp manifiesta que la naturaleza de la guerra en el siglo XXI ha
cambiado y que los combates para quitar los gobiernos deben ser con armas
psicológicas, sociales, económicas y políticas.
Él afirma que los
“golpes suaves” aplicado a los Estados se
desarrollan en cinco etapas:
1ra etapa: llevar a cabo acciones para generar y promocionar un clima de malestar. Entre dichas acciones destacan la realización
de "denuncias de corrupción, la promoción de intrigas y falsos
rumores".
2da etapa: desarrollar intensas campañas en defensa de la libertad de prensa y
de los derechos humanos acompañadas de acusaciones de totalitarismo contra el
Gobierno en el poder.
3ra etapa: esta se centra en la lucha activa por reivindicaciones políticas y
sociales; manipulando los colectivos y promoviendo manifestaciones y protestas
violentas, amenazando las instituciones.
4ta etapa: en este punto se llevan a cabo operaciones de guerra psicológica
y desestabilización del Gobierno, creando un clima de "ingobernabilidad".
5ta etapa: tiene por objeto forzar la renuncia del presidente mediante
revueltas callejeras para controlar las instituciones, mientras se mantiene la presión en la calle. Paralelamente
se va preparando el terreno para una intervención militar, mientras se
desarrolla una guerra civil prolongada y se logra el aislamiento internacional
del país.
¿Diga usted si
están o no aplicando un “golpe suave” el Venezuela?
La estrategia del golpe suave no funciona sin la
complicidad de los medios de comunicación. Ellos preparan el terreno ante la
opinión pública repitiendo y reciclando información que distorsiona y
desacredita al gobierno y particularmente a la figura del Presidente. Proyectan
una imagen de país en crisis, ingobernable, exagerando problemas existentes,
invisibilizando logros gubernamentales y dando una plataforma mediática a una
pequeña minoría, presentándola como si fuera la mayoría. Ante cualquier
confrontación los medios están allí para proyectar ante el mundo la imagen de
un Estado represor y violador de los derechos humanos. Los medios involucrados
presentan a los golpistas como víctimas y al Estado como agresor.
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